sábado, 5 de diciembre de 2009

Acerca del día en que llovió mucho

Ya las nubes auguraban lluvia cuando salí de mi casa ese día, mas no podía dejar de asistir a clases cuando quizás nisiquiera estuviese lloviendo allá. Me puse unos jeans viejos, camiseta y converse solo por si acaso y me encaminé al terminal, no llevaba siquiera 15 minutos rodando cuando empezó a llover. Estaba tranquila sin embargo, seguramente al llegar a Pto. Ordaz ya la lluvia habría cesado, así que puse el despertador y decidí tomar una siesta. 30 minutos después aún llovía y no había podido dormir ni un poco.


Algo molesta bajé del autobús en medio de aquel aguacero y yo estaba más que clara que ese día me mojaría, mas no me importaba, porque todo lo que me pasara valdría la pena cuando estuviera recibiendo mi diploma. Con toda la rabia del mundo contenida en mi le saqué la mano a un taxi que al menos se apiadó de mi y me cobro solo 15 Bs. Al menos había llegado tarde a clases, hum… Estaba segura que mi hermosa clase me haría olvidar todos mis problemas, y todos los sacrificios valdrían la pena.

Introducción a la comunicación era dictada por una señora a la que le calculaba al menos unos 40 años, alta, rellenita y con cara de ser una persona muy amable y correcta. Había esperado bastante esta clase, que era en esencia de lo que trataba mi carrera, sería genial. La profesora se presentó haciendo un despliegue de sus títulos universitarios y lugares en los que había trabajado, la clase era absolutamente magnifica pero… ¿Era mi imaginación o la profesora hablaba MUCHO de perros?

Afuera aún llovía (¡diablos!) y ya era la una de la tarde. Tranquilizándome a mi misma lleve a mi ahora un poco mojado cuerpo a la casa del estudiante, que era un cafetín que quedaba relativamente en el centro de lo universidad, bueno, al menos respecto a los otros cafetines. Compré un café y me decidí a esperar que la lluvia pasara. 3:45 aún llovía, 4:50 llovía aún mas, 5:30, ¡basta!, me levanté y decidí correr hasta “el gracetín” (nombre que le dan los alumnos a uno de los cafetines por servir comida muy grasienta, considero que soy una de las que mas le hace mala publicidad) para esperar al autobús, ya no me importaba que estuviera lloviendo, ya era demasiado tarde y debía volver a Bolívar o mi mamá se infartaría y ahora que lo pensaba, en vez de haber pasado toda la tarde en el cafetín hablando ridiculeces hubiera cruzado a cruzado a la biblioteca para dedicarme a estudiar como hasta ahora había sido mi rutina donde además hubiera estado mejor resguardada de la lluvia.

Prendí un cigarrillo y seguí hablando con las personas con quienes había “malgastado” mí tarde, el chico que me había acompañado al terminal el día de la inducción y un compañero de clases cuyo nombre aún no sabía e increíblemente a estas personas yo parecía caerles bien, cosa que me tenía bastante asombrada ya que estaba acostumbrada a estar sola. Llegó el tan esperado autobús y el chico que me acompaño en la inducción me dijo que mejor me quedara que su mama ya estaba por venir y podía darnos la cola a mi compañero de clases y a mí. Por un momento sentí que lo amaba y no pude evitar darle un corto abrazo al que el respondió diciendo: “ya basta, mucho amor por hoy”, ¡ahora no tendría que mojarme durante una cuadra entera!.

Al subirnos a su carro nos presentó a su mamá que es una señora encantadora que ¡prácticamente se hecho a llorar cuando le dije que me dirigía al terminal porque iba para Bolívar!, ¡y que debía hacerlo a diario! –Mírate las ojeras- me dijo con ojos llorosos- ¡si eres una princesa!, ¿Por qué no has pensado vivir aquí?, dio en el clavo.
-Bueno- empecé a decir- es que ya mis padres prácticamente hacen milagros para pagar la universidad, y a decir verdad me sentiría muy mal si les pidiera mas, no se de dónde diablos han conseguido el dinero hasta ahora, y de hecho ya me siento bastante culpable.
-Hay hija…-Dijo la señora- pero eso así es demasiado terrible, ¿no quieres que te ayude a conseguir un lugar barato donde puedas quedarte?- dijo con voz quebrada- ¿Cuánto sería lo máximo que podrías pagar?
-Bueno, a decir verdad, nada- Le dije entre risas (tengo la peculiaridad de que cuando hablo de algún aspecto triste o lamentable de mi vida lo digo como si nada, hay gente que dice que no tengo sentimientos pero la verdad es que no le doy importancia a los aspectos negativos en mi vida, o aspectos que pueden ser considerados negativos, así que generalmente lo digo entre risas o con una sonrisa radiante)-bueno no se, creo que el máximo sería 500.
-Si te consiguiera una habitación en 500 ¿tú crees que podrías mudarte?
-bueno, tendría que hablar con mis padres la verdad y no se como se la vallan a tomar porque el convenio decía que la condición para estudiar aquí era que debía viajar todos los días, pero lo conversaré con ellos.
La señora parecía estar mas tranquila cuando me bajé del carro, sin embargo ya me había ofrecido su casa y hasta prestarme dinero (opción que rechacé inmediatamente y sin pensarlo dos veces mientras me moría de pena) y por supuesto después de haberle agradecido muchísimas veces y de todas las formas que conocía.
Sin perder tiempo al sentarme en el autobús llame a mi papá para contarle todo lo que había pasado porque tenía la idea (y no sin razones) de que mi papa entendería mejor que mi mamá cuando se lo explicara. Mi mamá, de quien el día anterior había recibido semejante sermón que no tenía nada que envidiarle a los de los padres en las iglesias en el que me había dicho desde ingrata para arriba, parecía detestar la idea de que yo tuviera mas libertad de la que hasta ahora tenía, sin embargo al parecer no grito tanto como me imaginé cuando mi papá la llamó para ponerla al tanto.
45 minutos después ya estaba en el carro de mi mamá contando los eventos del día en el que había llovido mucho (por cierto, aún llovía) y recibiendo un nuevo sermón, ahora sobre las responsabilidades que implicaría el hecho de que viviera sola.
:) be happy

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